Internacional.- Un estudio internacional publicado en la revista Aging and Disease identificó una relación entre la obesidad, la deficiencia de colina y señales tempranas de daño cerebral en adultos jóvenes.
La investigación, liderada por científicos de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), plantea que estos factores podrían aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, décadas antes de que aparezcan los primeros síntomas.
El equipo de ASU examinó a 30 adultos jóvenes con una edad promedio de 33,6 años, divididos en dos grupos equivalentes según su peso corporal. Los participantes con obesidad presentaron niveles significativamente más bajos de colina en sangre, además de un aumento en biomarcadores asociados a inflamación, resistencia a la insulina y daño neuronal. Uno de estos marcadores, la proteína neurofilamento ligero (NfL), se reconoce como indicador temprano de neurodegeneración.
El neurobiólogo Ramón Velázquez, de la Universidad Estatal de Arizona, explicó: “La colina es un marcador valioso de disfunción metabólica y cerebral, y es esencial para la salud humana”. El estudio detectó una fuerte correlación entre los bajos niveles de colina y el aumento de NfL en personas con obesidad, un patrón también evidenciado en análisis post mortem de tejido cerebral de adultos mayores con Alzheimer o deterioro cognitivo leve.
La colina es un nutriente esencial, que el organismo produce en pequeñas cantidades pero debe obtenerse principalmente a través de la alimentación. Este compuesto orgánico resulta clave para la función hepática, la regulación de la inflamación, la estructura de las membranas celulares y la producción del neurotransmisor acetilcolina, vital para la memoria y el aprendizaje.
La bioquímica Wendy Winslow, coautora del estudio, advirtió en declaraciones publicadas por la Universidad Estatal de Arizona que “la mayoría de las personas no se dan cuenta de que no consumen suficiente colina. Incorporar alimentos ricos en colina puede ayudar a reducir la inflamación y fortalecer el cuerpo y el cerebro a medida que envejecemos”. Entre los alimentos recomendados se encuentran huevos, pescado, aves, legumbres y verduras crucíferas como brócoli y coliflor.
El estudio empleó un diseño transversal para comparar los niveles de colina, NfL, citocinas inflamatorias y otros marcadores metabólicos entre los dos grupos de adultos jóvenes. Los participantes con obesidad no solo tuvieron menor colina circulante, sino también mayor proporción de grasa corporal, disfunción hepática, resistencia a la insulina y elevación de citocinas inflamatorias.
La proteína NfL apareció en niveles elevados en quienes presentaban obesidad y se correlacionó negativamente con los niveles de colina. Este mismo patrón se observó en personas mayores con deterioro cognitivo leve y Alzheimer, lo que indica que procesos biológicos asociados a la neurodegeneración pueden activarse mucho antes de manifestaciones clínicas, especialmente en individuos con obesidad o estrés metabólico.
Los investigadores compararon datos de adultos jóvenes con los de personas mayores diagnosticadas con deterioro cognitivo leve o Alzheimer. En ambos grupos se mantuvo la relación entre colina reducida y altos niveles de NfL, reforzando la hipótesis de que la obesidad y la falta de colina pueden iniciar el daño cerebral décadas antes de los síntomas.
La neurocientífica conductual Jessica Judd, de la Universidad Estatal de Arizona, señaló en Science Alert: “Una buena salud metabólica y una cantidad adecuada de colina contribuyen a la salud neuronal, sentando las bases para un envejecimiento saludable”.
El estudio remarca la importancia de controlar la salud metabólica y la ingesta de colina desde la juventud, más aún en regiones como América Latina, donde la obesidad creció de forma sostenida. Los especialistas sugieren que una dieta rica en colina podría ayudar a reducir la inflamación y proteger la salud cerebral, aunque aclaran que la evidencia actual muestra correlación y no causalidad.
Winslow reiteró la necesidad de incorporar alimentos con colina a la dieta diaria tanto para la función hepática como cerebral. Las encuestas nutricionales reflejan que la mayoría de adolescentes y adultos jóvenes no alcanzan la ingesta recomendada de colina, lo cual podría aumentar el riesgo frente al estrés metabólico y sus consecuencias a largo plazo.
Los resultados refuerzan la urgencia de monitorear la salud metabólica y el consumo de nutrientes como la colina en etapas tempranas de la vida. Como concluyó Judd, “una buena salud metabólica y una cantidad adecuada de colina contribuyen a la salud neuronal, sentando las bases para un envejecimiento saludable”.