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2 thoughts on “La soledad no deseada

  1. Excelente, las terapias psicológicas, definitivamente son los mejores recursos que tenemos para ayudarnos a sobrellevar la soledad, el solo hecho de poder hablar con alguien de lo que pasamos ya es una manera de seguir adelante y tratar de mejorar de una forma guiada y saludable.

  2. Comentario sobre el artículo del Dr. Domingo Peña Nina.
    La reciente publicación del Dr. Domingo Peña Nina acerca de la soledad no deseada constituye una valiosa aportación para visibilizar un fenómeno que, como bien señala, trasciende edades, condiciones sociales y contextos culturales. La definición que plantea, como experiencia negativa vinculada a la falta de relaciones significativas y de apoyo emocional, nos invita a comprender que no se trata de una circunstancia superficial, sino de un verdadero problema de salud pública y de cohesión social.
    El artículo subraya datos reveladores: los jóvenes, lejos de la percepción tradicional de que la soledad es un fenómeno propio de la vejez, son hoy uno de los grupos más afectados. La evidencia de que una de cada cuatro personas jóvenes en España (25,5%) sufre soledad no deseada nos obliga a replantear estrategias preventivas desde la educación, la integración comunitaria y las políticas de juventud. Asimismo, la mayor prevalencia en mujeres, personas con discapacidad, migrantes, población LGTBI o quienes padecen trastornos de salud mental nos recuerda que la soledad no deseada no solo es un estado individual, sino también un reflejo de desigualdades estructurales.
    El Dr. Peña Nina describe con claridad los factores desencadenantes —pérdida de seres queridos, rupturas familiares, jubilación, migración, enfermedades o incluso el aislamiento favorecido por el mal uso de la tecnología—, y nos advierte de las graves consecuencias en la salud física y mental: desde problemas cardiovasculares y debilitamiento inmunológico hasta ansiedad, depresión y baja autoestima.
    Ante esta realidad, no basta con comprender el problema en el plano personal; es necesario dar un paso más y asumir una responsabilidad institucional y comunitaria. La soledad no deseada requiere:
    Políticas públicas integrales que fomenten espacios de encuentro intergeneracional, redes de apoyo social y programas de acompañamiento.
    Compromiso del sector sanitario y social, incorporando la detección temprana de la soledad como un factor de riesgo para la salud.
    Colaboración con organizaciones comunitarias y del tercer sector, que pueden crear vínculos de proximidad y cercanía.
    Educación y sensibilización social, para combatir estigmas y fortalecer la empatía hacia quienes viven en soledad.
    La reflexión que nos deja este artículo es clara: la soledad no deseada no puede seguir siendo un asunto invisible ni individualizado, sino un reto compartido que interpela a toda la sociedad. Las instituciones públicas, en particular, están llamadas a liderar un cambio de enfoque, pasando de la reacción asistencial a la prevención y la promoción activa de la convivencia, el apoyo mutuo y el fortalecimiento de los lazos comunitarios.

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